En una casa familiar privada que data de 1918, con vistas al hermoso lago de Gentofte, al norte de la bulliciosa Copenhague, toda la primera planta se ha renovado por completo y se ha complementado con un interior hecho a medida, creando un refugio tranquilo donde la familia puede retirarse a un mundo lleno de estímulos. Como la arquitectura es el marco de nuestra vida cotidiana y nuestro bienestar, la importancia de lo que nos rodea en términos de luz, materiales, colores y escala es primordial. Para crear esta particular cohesión dentro de esta casa, todos los interiores se han hecho a medida, reconociendo que no hay una solución única para todos y que estas composiciones a medida son sostenibles en el sentido de que no sólo están hechas para servir a su propósito, sino que también son contextualmente apropiadas y están bien integradas en la arquitectura, haciéndolas destacar y añadiendo valor a su entorno.
El espacio, completamente remodelado, se creó con un eje central que permite ver toda la primera planta y que el ojo viaje de un extremo a otro, maximizando la sensación de espacio en las tres dimensiones con el techo elevado y las vigas vistas de la antigua casa. La disposición permite mirar desde el dormitorio, pasando por la zona de estudio y la habitación de los niños, hasta el muro de zócalo de piedra exento del baño en el otro extremo, creando una rara interconexión entre las distintas zonas.
Diseñado por Norm Architects y fabricado por los renombrados ebanistas daneses Kolon, el interior está hecho con materiales naturales como el roble y el nogal aceitado oscuro, lo que realza la calidez y el tacto del espacio, a la vez que lo une todo de forma sencilla. Al combinar los diferentes tipos de madera, surgen distintos ambientes; desde la sensación apagada y protectora de los tonos oscuros hasta la sensación ligera y elegante de las zonas abiertas, creando un hogar dinámico y estimulante. Para "limpiar" el espacio y evitar demasiadas irregularidades en la arquitectura, la chimenea de la sala principal está encapsulada por un grueso muro, lo que permite integrar estanterías empotradas según el principio japonés de Tokonoma, en el que la exposición de objetos caros actúa como un cuadro tridimensional.
Una larga mesa de tablones se extiende de pared a pared en el espacio central de la oficina en casa, creando dos cómodos puestos de trabajo. Lo mismo ocurre con el dormitorio, donde se ha instalado un banco bajo a lo largo de la habitación, bajo las ventanas. Al colocar elementos a lo largo de la habitación, aumentamos la sensación de amplitud de la misma. Del mismo modo, el interior del armario, que va del suelo al techo, contribuye a crear una mayor sensación de altura.
En el cuarto de baño, los armarios de nogal se acompañan de un lavabo de mármol gris púrpura y de baldosas de cerámica que cubren el suelo, creando un santuario de tranquilidad en el entorno cotidiano, al tiempo que ofrecen un llamativo contraste con el luminoso espacio de la oficina, con una mayor altura de techo y un suelo de roble claro. Una forma ligeramente diferente de dividir el baño se consigue con una pared de piedra exenta revestida con las mismas baldosas de cerámica que el suelo, que ayuda a definir las diferentes funciones del espacio: inodoro, ducha y zona de lavado. La habitación permanece unificada porque la pared no llega hasta el techo, lo que crea una sensación de espacio.