La necesidad de configurar la nueva vivienda según un lenguaje contemporáneo, limpio y natural, pero no exasperado, es el objetivo de la reforma de un precioso ático para una pareja de Clientes para los que se retrata así una espacialidad sobria y elegante, sin implementar ningún tipo de distorsión distributiva, respetando por el contrario la disposición existente de las zonas de día y de noche, sólo retocada para algunas mejoras puntuales. La entrada se caracteriza por la carpintería lacada en gris que combina la puerta de entrada en una textura poco profunda a juego también con la cubierta del radiador adyacente en un diseño único y se abre a la gran sala de estar, amueblada con una composición de sofás de isla que sirven a la gran pared equipada; desde aquí, uno se "desliza" suavemente hacia el comedor, con el conjunto de mesa, sillas y aparador de roble.
A su vez, la zona de desayunos también está en comunicación directa con la cocina, representada por una notable península que responde a la petición del cliente de "encimeras"; el panel en acabado espejo, colocado para definir la parte trasera de la propia península, contribuye a aligerarla, haciendo prácticamente invisible la gran encimera de roble teñido de oscuro. Las columnas del frigorífico y del horno están situadas al fondo de la zona de trabajo, mientras que una ranura de cristal deja ver la sala del taller que hay detrás, inundada de luz por los grandes ventanales. A continuación, el pasillo conduce, a través de puertas invisibles, primero al lavadero, luego al cuarto de baño de invitados -donde una pared totalmente acristalada garantiza la cantidad justa de luz natural incluso en ausencia de una ventana real- y, por último, al dormitorio en suite. Esta última, dotada de su propio cuarto de baño (con lavabo, sanitarios, un plato de ducha muy cómodo y una bañera en el centro de la habitación), conduce a través de la zona de armarios a la zona de la cama propiamente dicha, bien aislada.
Un cálido suelo de parqué caracteriza toda la casa, a excepción de la cocina y los baños, que están revestidos de un práctico gres porcelánico. El gris medio, elegido como "color" de la intervención, subraya los episodios arquitectónicos apropiados (tabiques, paneles de yeso o paredes enteras) articulando el espacio de forma geométrica en esta larga perspectiva visual que atraviesa todo el piso, penetrando en él desde la zona del salón, pasando por la sala de desayunos y luego la cocina, hasta el estudio; es aquí donde Camilla, la gata de la casa, se acurruca en el sillón de cuerda, a la luz del sol.